El pasado 18 de septiembre nadé una travesía llamada 73rd World Longest National India Open Water Competition, India National OW Championship 81km. Organizada por el Club Murshidabad, la prueba se celebra en el mismísimo río Ganges, entre las ciudades de Jangipur y Berhampur, muy próximas a la frontera con Bangladesh. Concretamente se nada en un brazo del Ganges denominado Hooghly o Bhagirathi, que más adelante cruza la ciudad de Calcuta.
Es realmente difícil calificar una prueba como esta, ya que ha sido una gran experiencia en todos los aspectos. El impacto que la India tiene para un occidental de a pie es enorme, hay un gran contraste en todos los aspectos, pero a la vez es un cambio en los conceptos que tenemos asumidos como ‘normales’. Al llegar tuve unas horas de cierto desajuste mental por el impacto, pero en seguida comencé a entenderlo, y con la cálida bienvenida de sus gentes me di cuenta de que yo resultaba toda una atracción para los locales y los implicados en el evento.
En la prueba, de 81km, en cierto modo lo tenía todo a mi favor: no vengo de un país donde la pobreza es la tónica y los medios inexistentes; no nado en balsas enormes de agua verde, con dos paredes en cada extremo para impulsarse y donde alternan pesca y natación en el mismo recinto; llevo una buena dieta, masaje, material y planificación en mis entrenamientos, a diferencia de mis compañeros de prueba, algunos con pesos por debajo de lo normal, con bañadores antiquísimos y desgastados, sin más facilidades que su ilusión y entrega ante las adversidades, y sin más alimentos para la carrera que una garrafa de agua y unos plátanos, y no unos productos nutricionales de los más completos para llevar a cabo pruebas de ultrafondo; en lo único que coincidimos fue en una gran ilusión, respeto y ganas de llevar a cabo una prueba de grandísima dureza.
Se trata una prueba de gentes entregadas a un sueño, héroes anónimos, soñadores, nadadores desconocidos… en un río altamente contaminado, donde se arroja de todo cual vertedero, con agua color chocolate, vacas y perros muertos flotando (o no), y a los que había que esquivar en ocasiones. Agua a unos 30ºC, con un sol de justicia y una temperatura ambiente de 36-38ºC. Con cierta corriente a favor, que es lo más positivo, aunque al haberse celebrado más tarde este año, un poco menos de lo que debió ser.
Y con el calor de unas 20.000 personas esparcidas entre ambas orillas del río, observando atónitos, animando y aplaudiendo a los nadadores a su paso. La prueba dio comienzo a las 5 de la mañana, con el primer claro de luz. Cada nadador acompañado por un barco de remos y cuatro remeros.
Desde el inicio pude situarme primero, y tras una hora nadando junto a un joven local de 19 años, este se descolgó para dejarme solo, y así fui incrementando distancia según avanzaba el crono. Paradas cortas cada 20′, solo beber y seguir nadando, a veces a penas para echarme el líquido por la cara y seguir. Con vacunas de todos los tipos (mi cartilla está a tope), cuidé mucho lo que comía los días previos: protector estomacal, una cuchara de aceite de oliva, ibuprofeno y mucho líquido con sales, carbohidratos , proteínas, glutamina y un poco de cafeína en geles. Eso fue todo, casi siempre mezclado en tres tipos de bebida.
Le dije a mi cabeza que hasta las 7h30′ no podía pensar en nada que no fuera estar centrado en todo lo importante, ritmo, frecuencia de brazada, técnica, batido de piernas, respiración, deslizamiento, necesidades hídricas,….. nada más, 7h30′ de cabeza, y el resto sería todo corazón. Llegados a este punto, todo vale: familia, amigos, mensajes de apoyo, mis abuelos, mis ganas,…. y el plan funcionó. Fuera los pensamientos negativos, los dolores iban a seguir siendo dolores dentro y fuera del agua.
Y a falta de 5 km pude bromear, reír y saber que en menos de una hora estaba mi meta, la satisfacción de haber completado algo que me parecía una locura hace unos años. La multitud se agolpaba y buscaba un hueco para saludarme, tocarme y darme la enhorabuena. Yo seguía aturdido pero con una sonrisa de oreja a oreja…Desapareció el dolor y el cansancio, las 10h57′ no habían sido para tanto… en el fondo quería volver al agua, sin saber porqué.
De camino al hotel tuve conocimiento de la grandeza y la situación de estas gentes. Mis 4 remeros, esos que a base de fuerza física y bajo un sol sofocante, que remaron durante 11 horas a mi lado, recibían una ridícula cantidad por su esfuerzo.. Un esfuerzo que no solo eran esas 11 horas, sino los 3 días y medio de vuelta, remando río arriba hasta sus hogares, pescando, durmiendo en las orillas y realizando un esfuerzo que no estaba pagado. Ellos son otros héroes anónimos de esta prueba.
El corte de la prueba fue establecido en 12 horas 30 minutos, debido a que sin luz el río es algo peligroso. A la finalización de ese tiempo (entre amanecer y anochecer) solo 4 nadadores alcanzamos la meta, el resto de los 19 que iniciamos la prueba se fueron retirando o tuvieron que ser retirados tras el tiempo de corte.
La entrega de premios fue otra fiesta. Multitud de presentes y regalos, fruta, pasteles, trofeo, medalla, plato, insignia, diploma,…..hasta un rollo de tejido para hacerme un traje. Y yo feliz solo con mi gorro, como recuerdo del mayor reto hasta la fecha, un gorro de tela, no elástica y cosida en cuatro trozos, con el número 4, y cordones de tela para que no cayera, amarillo en origen y marrón cuando terminó la prueba, que me acompañó durante 81km por un río sagrado, donde no dejaron de arrojar cenizas de difuntos y al que espero volver el año próximo.
India te cambia, pero siempre a mejor.
http://revistaopenswim.com/2016/11/10/81-km-de-aguas-abiertas-en-el-rio-ganges/
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