De niño me daba mucho miedo el mar. Mi abuelo pintó una ballena en la bañera, así que yo asociaba el agua a los monstruos marinos.
Ha vivido junto al mar.
Sí, y no aprendí a nadar hasta los 25 años, y lo hice para enfrentarme a mi miedo.
Eso es valiente.
A los 50 me tiré al mar tras una ballena.
Eso es muy valiente.
Fue el día más terrorífico de mi vida. Estaba nadando en las Azores, en aguas muy profundas, donde había monstruos marinos de verdad. Aquel encuentro fue... ... Nadé hacia un grupo de ballenas, una de ellas se separó del grupo y vino hacia mí. Me meé encima.
Valiente, y sincero.
Sentí esos chasquidos que emiten las ballenas cuando te escanean, noté la reverberación en mi propio interior. Es irónico, porque llevaba cinco años intentando describir una, y vi cómo ella me estudiaba y me describía.
¿Estaba muy muy cerca?
Podía tocarla, pero no me atreví a mover el brazo. Ladeó la cabeza para mirarme. En su ojo vi una inteligencia aguda pero insondable. Y lo único que fui capaz de pensar fue: “Perdóname”.
¿Por qué le pidió perdón?
Por lo que la raza humana les hemos hecho y por orinarme en el agua.
¿Percibió que aquel ser enorme es un semejante?
Sí, y sentí humildad ante su placidez y su calma, y percibí su inteligencia, pero no sabría decir si es como la nuestra. Las ballenas son matriarcales y se me acercó la matriarca para ver si yo era un peligro para su grupo; luego volvió a informarles.
Se me antojan gigantes muy generosos, porque nuestra especie las ha masacrado.
...Y ella no me hizo nada, cierto. En California los balleneros apodaron pez del diablo a las ballenas grises porque se defendían con fiereza. Ahora sabemos que básicamente mataban a las crías y a sus madres. Así fue hasta hace dos generaciones. Hoy esas mismas ballenas se acercan a los barcos y permiten que la gente les acaricie la cabeza.
Por algo el corazón de la ballena tiene el tamaño de un coche.
...Y usted podría nadar por sus arterias, y un elefante sostenerse en pie sobre su cola. Que del animal más grande y longevo (vive más de 300 años) sepamos tan poco dice mucho de nuestra arrogancia.
Cierto, sabemos más de la Luna.
A una milla de aquí hay un territorio totalmente desconocido que polucionamos y maltratamos, pero como no vemos los resultados, nuestra conciencia está tranquila.
¿Por qué esa necesidad masculina de vencerlas y masacrarlas?
La caza de ballenas ha sido en la historia demostración de hombría, la conquista de la naturaleza; y es irónico que estos animales sean matriarcales. Parece ser que la historia en la que se basó Moby Dick era la de una hembra que intentaba defender su cría.
Qué triste historia.
Hasta hace muy poco las representaciones de las ballenas eran erróneas porque no las veían en su medio, sino ya muertas, hinchadas de gas; de ahí esa imaginería que las presentaba como un animal grotesco, cuando en realidad son maravillosamente aerodinámicas.
Y su comunicación es asombrosa.
Sí, literalmente se comunican de un extremoal otro del mundo. Su sonido es tan fuerte que cuando los científicos lo detectaron por primera vez pensaron que estaban oyendo terremotos sísmicos marinos.
¿Le ha cambiado escribir este libro?
Ahora me siento responsable, como lo somos todos, del futuro de estos animales. De niño veía normal que el maquillaje de mi madre estuviera fabricado con su grasa; hoy, que Chanel, Givenchy y Dior usen ámbar gris de ballena para hacer sus perfumes me chirría, pero no soy un activista.
Hace documentales, libros, fotos...
Después de la Segunda Guerra Mundial los aliados permitieron a los japoneses alimentar a su población, sobre la que habían tirado bombas atómicas, con carne de ballena. Así los japoneses reconvirtieron su flota en balleneros. Siempre hay un contexto.
Sólo quedan 300 ballenas francas.
Entre otras cosas, porque españoles y británicos han empezado a cazarlas. Pero el 50% chocan con barcos o se enredan en redes de pesca; son animales muy lentos que nadan en una de las zonas portuarias (costa atlántica) más intensas del mundo.
El 99% de las ballenas azules ya han sido exterminadas.
Con la moratoria de la comisión internacional ballenera (1986), la población de la jorobada de la costa australiana está creciendo un 10% cada año. Así que la raza humana se merece una palmadita en la espalda.
Bravo, pues.
Estoy seguro de que la mayoría de las personas no soportaría ver una ballena herida, y es ahí donde yo deposito mi esperanza.
¿Qué hará con las 20.000 libras del premio Samuel Johnson por su novela?
Una fiesta y ahondar en las ballenas.
¿Y todo por aquel dibujo en la bañera?
Sí, lo llevo dentro. Los maoríes dicen ser descendientes de ballenas; y cuando las ballenas embarrancan en sus playas van a dormir con ellas, a hacerles compañía en su agonía, para que no se sientan solas.